miércoles, 2 de febrero de 2011

2/2/2011














Escribo palabras sin pensar en el sentido, sin buscar un porqué.
Únicamente con el deseo de despejar mi mente, 
calmar mi corazón, centrar mi alma. 

No espero halagos, porque hoy no se dan.
No espero piedad, porque se ha escondido.
No quiero rendición, porque entonces habré muerto.

Sigo andando, cansando y dolorido, sin saber muy bien que sendero recorrer.
Siento el sol calentando mi cuerpo, mientras aguardo otra situación,
otro momento compartido con otros, pero sintiéndome solo, distante,
como un fantasma.

Renuevo diariamente mis sueños y esperanzas,
mis deseos de sentirme realizado, de cambiar todo lo que está mal,
y que chocan con pequeños imprevistos que se convierten en frenos.

Lucho, aunque nadie me ve.
Sueño, aunque me cueste tener alegria.
Pienso, aunque para muchos no sea algo a apreciar.

Solo tengo la recompensa de mi esfuerzo, la alegría de la superación,
la esperanza de pequeños cambios, pequeñas sonrisas inocentes y 
enseñanzas nuevas.

Entre caminos sin tiempo, y recuerdos que buscan su lugar como presente,
y presente sin pasado.